Pasaron varios días hasta que alguien reparó en que los sueños habían desaparecido.


jueves, 27 de diciembre de 2012

PUBLICACIÓN: Santos Inocentes

Habemos publicación. Tenemos editorial: Montena, una especializada en juvenil, que se muestran ilusionados y optimistas con el proyecto. Nos vemos en abril-mayo con Damián y el Desencantador. Mil sorpresas  :D

ACTUALIZACIÓN: esta noticia es falsa. La escribí porque se trataba del 28 de diciembre, como una forma de reírme de mí mismo y mi desesperada búsqueda de editor.

viernes, 31 de agosto de 2012

Más Marilyn

Este mes, en agosto de 2012, se ha celebrado el 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe. A mí Marilyn Monroe nunca me ha llamado especialmente la atención, pero un día soñé con ella. Con ella y con Damián, y ese sueño era importante, lo supe después.
A raíz de ese sueño, reestructuré la novela, su forma y su fondo, y le dediqué todo capítulo al personaje. Para ello, tuve que ver algunas de sus películas que no había visto. Había visto, por ejemplo, Niagara, una vez en la que quería descubrir a la actriz en un registro dramático, ya que casi siempre la contrataban para hacer comedias dada su facilidad y vis cómica. Por no hablar de escenas de baile y cante en las que deslumbraba. A raíz de leer novelas sobre ella, descubrí que la persona era mucho más interesante que el personaje, y me resultó imposible no enamorarme de una chica normal, sí, una chica normal con mil miedos e inseguridades, con una vida en absoluto fácil, con una sensibilidad exquisita.









Marilyn era, en resumidas cuentas, un monstruo, una de esas personas venidas no se sabe bien de dónde a arramplar con todo, aunque fuera finalmente todo lo que arramplara con ella. Por eso se convirtió en una pieza fundamental de El Desencantador, y por eso cada vez que ahora veo una foto suya y miro sus ojos me angustia comprobar la oscuridad y el genio que habitaba en ellos.

lunes, 2 de julio de 2012

Cineclub

Hoy abre el Cineclub de El Desencantador. Aquí, justo a la derecha, podéis encontrar una lista con todas las películas citadas de manera directa o indirecta en la novela. El hecho de que Damián sea un cinéfilo precoz (con 14 años, se ha alimentado de clásicos y no tan clásicos desde pequeño) es determinante en el fondo y la forma. Por eso, me estoy proponiendo una locura: dado que llevo varios años dedicándome a esto de la crítica cinematográfica gracias a mis colaboraciones en diversos medios (Cinempatía, Gazeta20...), tal vez sea la hora de redactar una crítica de todas las películas que aparecen, por si acaso los lectores quieren tener más información de estas referencias. Esto, claro está, implica crear un nuevo blog, pero no me achanto. También volver a ver todas las películas, y tampoco me echa atrás. Es más, creo que disfrutaré como un enano. Supongo que es hora de abrir Las pelis de Damián.



domingo, 1 de julio de 2012

Sostiene Pereira...

Esta preciosa librería de segunda mano y antigüedades se encuentra en Granada, en un extremo de la calle Elvira, justo donde Arco Elvira. Recibe el nombre por la novela homónima de Tabucchi, que falleció hace poco, poco. La importancia de esta librería en la trama de El Desencantador es nula, aunque aparece en uno de los últimos capítulos, y es un homenaje a la ciudad, al Albaycín, a la literatura y a la capacidad de soñar.

lunes, 28 de mayo de 2012

Personas especiales

Damián se empezaba a convencer de que las mujeres debían ser todas como ella, de que Adriana, cuando fuera mayor, sería como ella, porque Adriana leía a todas horas, y las personas que leen libros, como aquellos que ven películas, que hacen películas, directores, actores, escritores, lectores, no podían ser malos y no se conformarían con cualquier tipo de vida. 

miércoles, 4 de abril de 2012

El olor de las novelas

Cada novela huele de una forma, como suena de una forma distinta según su gestación. Cuando comencé a escribir El Desencantador, ya olía mi vida a té rojo Hornimans con ciruela y anís. Luego, cuando me fui a vivir a Swansea, se le impregnó un poco el olor a salitre de las playas galesas. Luego un poco de olor a hospital que le vino muy bien para según qué partes de la novela, para qué engañarnos, y olor a marihuana y a gato y a perro, aunque no haya un solo perro en todo el libro. También huele a Nocilla, a más té (he tomado mucho té durante la redacción de esta novela), y también viene impregnada de Cocacola y tinta negra.

Registrada

El Desencantador ya se encuentra registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual, para evitarme sorpresas de ningún tipo. Además, ya ha pasado tres correcciones: la primera mía, la de una amiga, Rocío, filóloga inglesa y lectora entregada, y una tercera mía donde he encontrado más erratas absurdas. Ahora toca plantearme cuál va a ser el próximo paso: contactar con una editorial directamente o estudiar la posibilidad de algún premio literario de novela juvenil. Igual lo intento todo. Cada día creo más en esta novela.

martes, 7 de febrero de 2012

El cine

El Desencantador está protagonizada por un cinéfilo. Cuando yo era pequeño, vivía en Bélmez de la Moraleda, mi pueblo. Ahí no había cine ni videoclub o algo parecido, y en mi casa no se solía ver cine más allá de las películas que emitían por televisión. De este modo, aunque supongo que siempre me apasionó, nunca tuve la ocasión de empaparme de esta maravilla que supone la magia del cine. Con dieciséis, diecisiete años, cuando viajaba a Granada, solía comprar de vez en cuando alguna película. Compraba todos los meses las dos revistas de cine que llegaban al pueblo, Fotogramas y Cinemanía. Me encantaba leer sobre cine. Comencé a memorizar repartos completos de películas que no había visto. Era una aproximación curiosa al cine, desde el papel en lugar de la pantalla. En cualquier caso, esto me conformó un bagaje y cierto criterio. Comencé a comprar películas como 21 gramos, 2046 o Lost in translation, por citar tres ejemplos. Las amaba. Por eso, cuando llegué con 18 recién cumplidos a Granada, me hice socio de un cineclub y todas las semanas iba una o dos veces al cine, no importaba si solo o acompañado.  Veía todo el cine que podía, todo el cine que no había visto en quince, dieciséis años. No dejaba de ver cine de los mejores directores, de las mejores tradiciones, de los mejores festivales. Me hice un poco elitista. Del mismo modo, empecé a escribir crítica cinematográfica en mi blog personal. De ahí llegué a otros muchos blogs y conocí gente brillante en Internet que amaba tanto el cine como yo, pero que sabían mucho más. Me ofrecieron la ocasión de colaborar con la revista Cinempatía, como hago desde 2007 con nula regularidad. Eso me hizo colaborar con otros medios, conocer más gente y más cine. Amar el cine, podría decirse, por encima de la literatura.
     Por lo general, a los protagonistas de mis historias les gusta la cultura: música, cine, literatura... porque no concibo el mundo sin esto. El mundo sería horrible sin cultura, tan gris todo. Damián, el prota de esta novela, no podía ser menos. De hecho, es mucho más: ama tanto el cine que le gustaría ser director, pero aún es muy joven, tiene 14 años. De todos modos, eso no le impide disfrutar y saber de actuaciones, planos, guiones, iluminación...
     Por eso el cine es una parte indispensable de la novela. No sólo en la personalidad del protagonista, sino en el desarrollo de la historia y la forma de redactarla. La presentación de ciertas partes del libro son eminentemente cinematográficas, y si pudiera serían fragmentos de películas, pero es parte de la magia de la literatura: abstraerte a donde el escritor quiera.
     Muchas veces he lamentado no haber tenido la ocasión de beber toda la cultura, todos los referentes culturales que otros sí pudieron, no haber tenido el estímulo. Descubrí la biblioteca del pueblo por un amigo y eso me cambió la vida. Desde entonces, iba todos los días. Mis padres no fueron quienes me llevaron a la biblioteca, me llevó un amigo con 9, 10 años, no sé bien. Al cine no me llevó nadie, y por eso espero que a Damián lo hayan guiado tan bien como yo querría. Por eso sus padres, como impronta y demiurgos, tienen un papel tan relevante en la vida de Damián.


Lo dicho: Luces. Cámaras. ¡Acción!