Pasaron varios días hasta que alguien reparó en que los sueños habían desaparecido.


miércoles, 4 de abril de 2012

El olor de las novelas

Cada novela huele de una forma, como suena de una forma distinta según su gestación. Cuando comencé a escribir El Desencantador, ya olía mi vida a té rojo Hornimans con ciruela y anís. Luego, cuando me fui a vivir a Swansea, se le impregnó un poco el olor a salitre de las playas galesas. Luego un poco de olor a hospital que le vino muy bien para según qué partes de la novela, para qué engañarnos, y olor a marihuana y a gato y a perro, aunque no haya un solo perro en todo el libro. También huele a Nocilla, a más té (he tomado mucho té durante la redacción de esta novela), y también viene impregnada de Cocacola y tinta negra.

Registrada

El Desencantador ya se encuentra registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual, para evitarme sorpresas de ningún tipo. Además, ya ha pasado tres correcciones: la primera mía, la de una amiga, Rocío, filóloga inglesa y lectora entregada, y una tercera mía donde he encontrado más erratas absurdas. Ahora toca plantearme cuál va a ser el próximo paso: contactar con una editorial directamente o estudiar la posibilidad de algún premio literario de novela juvenil. Igual lo intento todo. Cada día creo más en esta novela.