Pasaron varios días hasta que alguien reparó en que los sueños habían desaparecido.


viernes, 31 de agosto de 2012

Más Marilyn

Este mes, en agosto de 2012, se ha celebrado el 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe. A mí Marilyn Monroe nunca me ha llamado especialmente la atención, pero un día soñé con ella. Con ella y con Damián, y ese sueño era importante, lo supe después.
A raíz de ese sueño, reestructuré la novela, su forma y su fondo, y le dediqué todo capítulo al personaje. Para ello, tuve que ver algunas de sus películas que no había visto. Había visto, por ejemplo, Niagara, una vez en la que quería descubrir a la actriz en un registro dramático, ya que casi siempre la contrataban para hacer comedias dada su facilidad y vis cómica. Por no hablar de escenas de baile y cante en las que deslumbraba. A raíz de leer novelas sobre ella, descubrí que la persona era mucho más interesante que el personaje, y me resultó imposible no enamorarme de una chica normal, sí, una chica normal con mil miedos e inseguridades, con una vida en absoluto fácil, con una sensibilidad exquisita.









Marilyn era, en resumidas cuentas, un monstruo, una de esas personas venidas no se sabe bien de dónde a arramplar con todo, aunque fuera finalmente todo lo que arramplara con ella. Por eso se convirtió en una pieza fundamental de El Desencantador, y por eso cada vez que ahora veo una foto suya y miro sus ojos me angustia comprobar la oscuridad y el genio que habitaba en ellos.